El mantenimiento preventivo se anticipa a los problemas de desgaste de los elementos mecánicos de un vehículo de transporte. Sirve para prevenir averías, para minimizar los accidentes, para contribuir a un consumo más eficiente de combustible y para prolongar la vida útil de cada unidad. Lo que se debe comprobar en un mantenimiento preventivo depende de cada tipo de vehículo, pero existen unos estándares en la industria que todo gestor de una flota debe tener en cuenta.
Lo que se debe comprobar en un mantenimiento preventivo, por fases
Los mantenimientos preventivos (MP) programados se componen de inspecciones y las propias revisiones previstas. Lo habitual es que los vehículos pasen por diferentes fases que se denominan con números o letras, de manera que, cuanto más grande es el número o más avanzada está la letra en el diccionario, mayor es la complejidad del mantenimiento. Aquí está la respuesta a la habitual pregunta de qué mantenimientos preventivos básicos debes aplicar en el plan de acción de tus vehículos. A continuación se describen las cuatro primeras fases básicas, aunque las compañías irán añadiendo fases complementarias en función de sus necesidades específicas.
Primera fase o MP A
Llamada a veces ‘inspección de seguridad’, se centra en revisar elementos clave y básicos, como el sistema de frenado, la iluminación, los líquidos y los neumáticos. Se revisan, además, componentes que están sometidos a un elevado desgaste. Suele realizarse en intervalos de 2.000 a 4.000 kilómetros en el caso de vehículos ligeros, y de 8.000 y 15.000 kilómetros en vehículos medianos y pesados. Algunas flotas en las que hay un especial énfasis en el mantenimiento preventivo realizan este mantenimiento cada vez que un vehículo vuelve al centro de mantenimiento. Por otra parte, es común que se programen en el ecuador del plazo para sustituir el aceite de a unidad.
Segunda fase o MP B
Además de todas las comprobaciones de la primera fase, en esta segunda se realiza un cambio de aceite y de filtro, así como revisiones más profundas del motor y del sistema de transmisión. En cuanto a sus intervalos, está entre 5.000 y 8.000 kilómetros para los vehículos de servicio ligero, como furgonetas, y entre 15.000 y 30.000 para vehículos de peso mediano y grande. Incluye, además, una descarga del módulo de control electrónico (ECM) y la reparación de cualquier incidencia relacionada con éste que haya sido notificada.
Tercera fase o MP C
Además de las revisiones descritas en la primera y la segunda fase, lo que se debe comprobar en un mantenimiento preventivo en esta etapa es la revisión de los componentes del motor, del sistema de alineación y de la transmisión. Se produce también una sustitución planificada de algunos componentes. Este MP se efectúa cada 12 meses (en algunos casos, en 11).
Cuarta fase o MP D
En esta etapa se sustituye un componente elemental del vehículo, sin el que no podría circular bajo ningún concepto, como por ejemplo el motor, los ejes o el sistema de transmisión. Aquí entran, también, los servicios de actualización programados.
La importancia del programa de mantenimiento preventivo para la flota de vehículos es la razón por la que debemos avanzar en estas fases, hasta reducir al máximo el mantenimiento correctivo.
Las necesidades estacionales mandan
De poco sirve establecer un plan de mantenimientos estandarizado que no atienda a las necesidades específicas de nuestros vehículos en determinadas estaciones del año. Los vehículos son herramientas, y como tales hay que adaptarlas al uso que se va a hacer de ellas. Por eso en invierno, en especial en zonas en las que el termómetro desciende mucho, es imperativo preparar los motores con aditivos de combustible, así como asegurar que los calentadores funcionen de manera segura.
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Entre lo que se debe comprobar en un mantenimiento preventivo también está la banda de rodamiento de los neumáticos, que tiene que encontrarse en buenas condiciones. Las cadenas, en caso de nieve, deben estar en buen estado y accesibles para que el conductor pueda instalarlas con la mayor facilidad posible.
Cuando el frío remite, es un buen momento para comprobar si hay oxidación y desgaste en alguna pieza, así como manchas de corrosión que sirvan de advertencia sobre el deterioro de partes concretas del vehículo. Durante los meses de calor deben extremarse las revisiones de los sistemas de refrigeración, ya que evitan el sobrecalentamiento de componentes elementales del vehículo.
También es importante comprobar que el sistema de climatización en la cabina funciona de forma adecuada, lo que redunda en el bienestar del transportista y ayuda a una mejor conducción. Los fabricantes ofrecen en sus manuales consejos muy completos acerca de cómo poner a punto los camiones para los cambios de estación.
Como conclusión, contar con vehículos en las mejores condiciones técnicas es una de las mejores formas de reducir los gastos en la gestión de una flota de vehículos.