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Fecha 9 diciembre, 2020 Tiempo José Ángel Sanz Tiempo Gestión de flotas, Digitalización Tiempo 4 Minutos

Del control de combustible al control de las recargas en las flotas eléctricas

El control de combustible de las flotas es una de las grandes preocupaciones de los gestores. Los vehículos que se propulsan con motores convencionales, en su mayoría de tipo diésel, requieren de unos controles específicos en los que las compañías del sector acumulan una amplia experiencia. Sin embargo, el cambio de paradigma hacia una progresiva electrificación de las flotas presenta ciertas interrogantes.   


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De controlar el combustible a mirar los kW

Definimos los conceptos que es imprescindible conocer cuando hablamos de flotas eléctricas y sus particularidades. 

¿Cuáles son los principales tipos de eléctricos?

  • Battery Electric Vehicle (BEV). Se trata de unidades eléctricas al 100% y que se recargan mediante la conexión a la red eléctrica. Su movimiento se produce, por lo tanto, debido a la energía de un motor eléctrico con batería.
  • Hybrid Electric Vehicle (HEV). Compaginan las prestaciones del motor convencional con las de un motor eléctrico de pequeñas dimensiones. Secunda al motor de combustión y no es necesario cargarlo, ya que se recarga por sí mismo. Muy escasa autonomía en modo 100% eléctrico (entre 1 y 3 kilómetros).
  • Mild Hybrid Electric Vehicle (MHEV). Se caracterizan porque el motor de combustión recibe asistencia de un sistema eléctrico limitado y al que alimenta una batería de 48V. En los también conocidos como 'vehículos de hibridación suave' el consumo de combustible se reduce porque la asistencia eléctrica entra en acción en situaciones de demanda alta. 
  • Plug in Hybrid Electric Vehicle (PHEV). Combinan un motor eléctrico con otro de combustión interna. Los también llamados 'híbridos enchufables' pueden autorrecargarse en parte, aunque lo más útil es utilizar un punto de recarga. La autonomía en modo 100% eléctrico ronda los 40-60 kilómetros. 
  • Otros. Los Extended Range Electric Vehicle (EREV) y los Fuel Cell Electric Vehicle (FCEV) son alternativas con menor desarrollo comercial. Vehículos de autonomía extendida. Utilizan los punto de recarga. Los FCEV solo emiten vapor de agua y usan electricidad proveniente de una pila de combustible cargada con hidrógeno. 

¿En qué fijarse para medir el consumo?

El control de combustible tradicional se realiza con los datos de cargas que proporcionan los proveedores o los conductores. Para saber el gasto de carburante de las unidades se tiene como referencia universal los litros consumidos por cada 100 kilómetros. Los fabricantes de vehículos eléctricos aportan el dato en kWh/100 km. Se debe relacionar la capacidad de la batería con el consumo para saber el número de kilómetros que puede desplazarse una unidad con una carga única.

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¿Cuántos tipos recarga existen?

Podemos distinguir entre 4 grandes tipos de velocidades de recarga de acuerdo con el criterio de la velocidad a la que esta se produce.

  • Recarga rápida y ultra-rápida. La primera proporciona potencias entre 44 y 50 kW, mientras que la segunda lo hace con potencias a partir de los 50 kW, que pueden llegar a alcanzar hasta los 350 kW).
  • Recarga semi-rápida. Las potencias oscilan entre los 7,4 y los 22 kW).
  • Recarga lenta. Brindan una potencia que en ningún caso supera los 3,7 kW.

La importancia de la potencia de carga

La potencia de carga de un vehículo es la cantidad de energía, en kW, que puede admitir. La Comisión Electrotécnica Internacional (IEC) 62196 opera como estándar universal para todos los conectores eléctricos y los modos de carga, mientras que el IEC 61851 es el estándar internacional para la carga conductiva de un VE.

La potencia de carga define el tiempo de espera que es necesario para llenar de energía las baterías. Los puntos de recarga tienen potencia en su cargador que puede ser suministrada por corriente continua o alterna.

Mientras que los cargadores de corriente continua alcanzan potencias que comienzan en los 50 kW y superan los 150, con tiempos de recarga cortos, los puntos de corriente alterna son menos competitivos, ya que ofrecen potencias de 6'6, 11 o 22 kW, aunque en algunos casos esa cifra puede ser incluso menor. 

A diferencia de lo que ocurre con el control de combustible, en cuyo proceso de carga apenas se emplea tiempo, en el caso de los vehículos eléctricos cuánto tiempo se tarda en carga cada unidad es muy relevante. De hecho influye directamente en cómo conseguir la eficiencia operativa vehicular en una flota. En el caso de que, por ejemplo, una unidad tenga una potencia de carga máxima de 100 kW, y el punto de recarga ofrece 50 kW de potencia, serán necesarias 2 horas. Si el punto ofrece 22 kW, el tiempo de espera superará las 4 horas. 

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