La actual propagación del COVID-19, o coronavirus, está afectando a numerosos sectores económicos, desde el turismo hasta cualquier otro en el que participe un gran volumen de trabajadores. El fleet management no podía seguir ajeno a una epidemia que ya es global, y la industria del transporte comercial es cada vez más consciente de ello. A continuación te mostramos los 7 retos a los que se enfrenta en este nuevo escenario.
Cierre de fábricas y almacenes en países productores
La reducción de la producción en fábricas y almacenes tiene su correlación en el cierre de puertos en todo el mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, la celebración del Año Nuevo Chino cada año, en las dos primeras semanas de febrero, ralentiza la actividad de sus puertos, pero este año esa reducción el número de barcos de transporte se ha multiplicado. A pesar de que la prohibición se levantó a finales del mes de febrero y la producción se retomó en muchas plantas de trabajo, se arrastra una importante escasez de materias primas. Esto hace imprescindible planificar con la máxima antelación posible y contar con estrategias de contingencia.
Restricciones a la circulación de mano de obra
El factor humano tiene un enorme peso en el sector del fleet management, que emplea a cientos de miles de operarios a nivel global. Por eso las restricciones a la libre circulación de personas le afecta tanto. En este momento no existen políticas gubernamentales conjuntas que permitan predecir el verdadero escenario laboral que se va a vivir en los próximos meses, lo que acentúa la incertidumbre.
La logística y transporte, protagonistas en la creación de empleo en 2020, podrían enfrentarse a una crisis sin precedentes. Las compañías de fleet management, como las de otros sectores, ya han manifestado su inquietud ante una posible situación de aislamiento obligatorio por parte de los trabajadores, con todas las implicaciones laborales y económicas que ello conlleva.
El precio del petróleo y la recesión global
La desaceleración general de la economía mundial es una posibilidad cada día más real, según alertan organismos oficiales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Central Europeo. El Covid-19 no es sino un agravante de una situación de fuerte incertidumbre, pero el desplome de los precios del petróleo también está teniendo importantes efectos.
En México, el precio del barril presenta un promedio inferior a los 45 dólares en los meses de enero, febrero y marzo de 2020. Esto es consecuencia de una apertura a la baja de hasta un 8.9% frente al dólar a causa de la intensa caída de los precios internacionales del crudo, lo que a su vez es reflejo de las tensiones entre Arabia Saudita y Rusia.
Con el tipo de cambio superior a los 20 pesos, todo esto se traduce en que el Banco de México se verá obligado, para amortiguar la depreciación del peso, a inyectar dólares al mercado, lo que en la práctica se traduciría como acabar con el estímulo a los combustibles.
Bloqueo a los servicios de última milla
La última milla, o tramo final del reparto de una mercancía en un destino indicado, es una de las grandes damnificadas por la crisis del coronavirus. Si, como ya ocurre en Italia, llega a cerrarse el acceso a núcleos urbanos, el modelo actual de distribución será insostenible. Incluso aunque se permita, por parte de las autoridades, un franja horaria de entregas, la presión de la demanda se mantendrá o incluso aumentará, como en el caso de las órdenes de compra de comida a domicilio.
El retail y todos aquellos sectores basados en la compra online tendrán que adaptar su modelo de distribución a la nueva situación en cuanto a plazos y tiempos de entrega. No solo cambiará la forma de optimización de la última milla, sino que las compañías tendrán que asumir el reto de saber comunicar todo ello a sus clientes.
Implementar nuevos protocolos de entrega
En una situación en la que clientes pueden encontrarse en aislamiento debido a la infección por el virus, cobran más sentido que nunca las compras con entregas a domicilio. Para que éstas sean seguras, tanto los clientes como los conductores y repartidores deben poder hacerlo con las medidas de seguridad imprescindibles, en especial en los casos de viviendas aisladas. Esto obligará a implementar nuevos protocolos. Uno de ellos es el de saltar el paso de tener que firmar de manera física en un dispositivo cuando se recibe una entrega.
Colaboración entre diferentes actores del sector
Tanto en este momento, en el que los efectos del virus ya se aprecian en el sector del fleet management, como en el periodo posterior, de recuperación, se pondrán a prueba los resortes de colaboración entre los diferentes actores que participan en la cadena de suministro. Proveedores, fabricantes, agentes, mayoristas, distribuidores y detallistas forman parte de una cadena en la que cada eslabón es clave. En este ámbito será fundamental la participación de las administraciones y de diferentes agentes sociales, como asociaciones, sindicatos y federaciones.
Gestión de la vuelta a la normalidad
Cuanto mayor sea el periodo de tiempo en el que la amenaza de los efectos del coronavirus esté presente, mayor será también la exposición a los efectos en el plano económico a largo plazo. Uno de los factores que es necesario tener en cuenta es que, cuando las empresas de transporte traten de recuperar el tiempo perdido, se producirá un efecto de exceso de carga inmediato que habrá que saber gestionar. Esto afectará a los distintos tipos de logística, pero se sentirá de forma especial en algunas, como la logística inversa.