Mi experiencia personal
Durante un reciente viaje a Canadá, conocí los cruces peatonales diagonales, que nunca los había visto (más allá de la famosa foto del cruce de Shibuya). Como peatón, esta configuración para cruzar la calle no solo me pareció innovadora, sino que también simplificó y facilitó mi experiencia al moverme por la ciudad.
En Pulpo algo que nos preocupa y queremos ayudar a resolver es la movilidad urbana. ¿Cómo podemos hacer para que haya menos contaminación? ¿Qué podemos hacer para reducir el número de vehículos en las calles? ¿Incrementar la seguridad vial? ¿Cómo podemos ayudar a las ciudades a ser más caminables y seguras? Todo esto son preguntas que nos hacemos para desarrollar nuestro producto y ayudar a nuestros clientes.
Hay elementos que están fuera de nuestro control, como la infraestructura de las calles, cruces de peatones, etc, pero que no dejan de estar en nuestro punto de vista como cosas a mejorar. Y mejorar los pasos de peatones (y que los vehículos los respeten) es algo que siempre tengo en mente.
¿Qué son y cómo funcionan estos cruces de peatones diagonales?
Los cruces peatonales diagonales, conocidos como "scramble crossings" o "Barnes Dance", son un enfoque único para gestionar el tráfico peatonal y vehicular en intersecciones concurridas. Cuando el semáforo peatonal se pone en verde, todos los vehículos vayan en la dirección que vayan se detienen, permitiendo que las personas crucen la intersección en cualquier dirección, incluso diagonalmente. Esto no solo mejora la seguridad al eliminar conflictos potenciales entre peatones y vehículos, sino que también permite a los peatones cruzar más eficientemente, especialmente si su ruta es diagonal.
Un poco de historia
El "Barnes Dance" toma su nombre del ingeniero de tráfico Henry Barnes, quien trabajó en ciudades como Denver, Baltimore y Nueva York durante el siglo XX. A pesar de no ser el pionero del cruce peatonal en diagonal -ciudades como Kansas City y Vancouver ya lo habían implementado en la década de 1940-, Barnes lo popularizó en Denver. El término "Barnes Dance" surgió cuando un reportero mencionó que estos cruces "hacían a la gente tan feliz que parecía que bailaban en las calles", anécdota reflejada en la autobiografía de Barnes.
Si bien muchos peatones celebraron esta innovación, muchos conductores no compartían el entusiasmo. Con el tiempo, y debido a ingenieros de tráfico que priorizaban el flujo vehicular, el Barnes Dance fue criticado por generar más atascos. Además, el ritmo de caminar promedio disminuyó a aproximadamente 1.06 metros por segundo, lo que demandaba pausas peatonales más largas. Esta tensión culminó con la eliminación de estos cruces en la ciudad de Denver el año pasado, evidenciando el balance entre movilidad peatonal y vehicular en las ciudades.
Ganaron los vehículos (espero que por ahora). 😟
La matemática detrás del éxito
Desde una perspectiva matemática, los cruces peatonales diagonales representan una optimización en el manejo de intersecciones. En un cruce convencional, el número de conflictos potenciales entre vehículos y peatones es muy alto, ya que ambos comparten el espacio en diferentes momentos. Con un "Barnes Dance", se separan por completo estas interacciones, reduciendo los puntos de conflicto. Para los peatones, cruzar diagonalmente es una trayectoria más corta en comparación con cruzar dos veces en ángulo recto.
Si tomamos la fórmula de Pitágoras, podemos ver que el recorrido diagonal es más corto por un factor de la raíz cuadrada de 2. Esto significa que, en un cruce de 20 metros por lado, en lugar de caminar 40 metros en total, el peatón sólo caminaría aproximadamente 28.3 metros al cruzar diagonalmente. Multiplicamos eso por miles de peatones diariamente y encontramos un ahorro significativo en tiempo y energía. Además de que incentivaría mucho más caminar y moverse libremente por la ciudad.
Cruces icónicos en el mundo
Quizás el cruce diagonal más famoso del mundo sea el de Shibuya en Tokio, una intersección que ha capturado la imaginación de viajeros y cineastas debido a las enormes multitudes que la atraviesan diariamente. Por otro lado, aunque no es exactamente un "Barnes Dance", Times Square en Nueva York ha adoptado medidas similares para priorizar a los peatones, mostrando cómo diferentes ciudades se adaptan y adoptan estas ideas según sus necesidades y características únicas.
Consideraciones y posibles problemas
Sin embargo, los cruces diagonales no están exentos de desafíos. En intersecciones donde el tráfico peatonal no es muy denso, implementar un "Barnes Dance" podría causar retrasos innecesarios para los vehículos. Por otro lado, para que estos cruces funcionen eficientemente, es esencial una señalización adecuada y una educación tanto para conductores como para peatones. Si no se respeta la señalización, puede surgir el caos.
También es importante considerar que este tipo de cruces requiere una mayor fase de detención para el tráfico vehicular, lo que podría generar congestión en áreas con alto flujo de vehículos. Finalmente, la infraestructura existente y el diseño de las calles pueden no ser compatibles con la implementación de un "Barnes Dance", lo que significa que no es una solución universal para todas las ciudades o intersecciones.
En todas las ciudades del mundo, todos sabríamos dónde poner cruces de este tipo que fomenten el caminar y que haya más peatones. Sabiendo que no puede ser para todos los cruces, por lo menos aplicarlo en ciertas zonas, ya ayudaría a esa relación entre peatones y vehículos.
Y claramente uno de los problemas es que la gente cada vez camina más despacio. Es un efecto interesante, que demuestra que hay que seguir promoviendo estilos de vida más saludables (y sin duda caminar más es importante). No podemos tampoco permitir que las flotas de vehículos no puedan moverse o que pierdan su eficiencia. Se trata de llegar a un punto en el que todos, peatones y vehículos, podamos convivir, pero con más sentido.
Esto es solo un ejemplo de que con ingenio y consideración, podemos mejorar la dinámica de nuestras ciudades, beneficiando tanto a peatones como a conductores.
Evaristo Babé Ayuso,
Co-founder and CEO at Pulpo